ENFOQUE

El sacrificio por anclar el corto plazo

Por Julio Panceri – contador público nacional – docente universitario – analista económico

El genial Tato Bores en uno de sus monólogos (1989) decía “Desde que era chiquito que vengo escuchando que hay que sacrificarse en aras del futuro. El lema nacional siempre ha sido jódanse hoy para disfrutar mañana y uno pone el hombro, pero el futuro por definición se pianta y uno jamás lo alcanza…”

El gobierno nacional, después de ver como la “volatilidad” del tipo de cambio no solo ponía en jaque sus aspiraciones políticas sino también seguía alimentando un proceso inflacionario que a partir del mes de febrero de este año parecía no tener mucha contención, decidió abandonar la idea original de dejar “flotar el dólar” con el objeto de desalentar la demanda especulativa y salió a intervenir directamente para recuperar autoridad en la mesa de juego del mercado financiero.

Con la decisión tomada y con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, el lunes 29 de Abril (última semana del mes) el Banco Central por medio del Comité de Política Monetaria (Copom) decidió reforzar  el sesgo contractivo de su política monetaria y cambiaria, de esta manera determinó que realizará ventas de dólares aún si el tipo de cambio se ubicara por debajo de los $ 51,448 (máximo de la zona de no intervención), para  el caso que escalara por encima de ese valor incrementaría las ventas de U$S 150 millones a los U$S 250 millones diarios.

Compras.

Asimismo, confirmó la decisión de no comprar divisas hasta junio de 2019 si el valor de la moneda extranjera cotizara por debajo de los $ 39,755 (mínimo de la zona de no intervención). Más allá de esta oferta de dólares, por parte del Banco Central, están vigentes las subastas de U$S 60 millones diarios que efectúa el Tesoro y si existe previsibilidad en el tipo de cambio se debieran incrementar las liquidaciones de dólares por parte de los exportadores agropecuarios.  A esta oferta de divisas, el Banco Central agrega la imposición de una súper tasa de interés de referencia (Leliq) por encima del 70% anual, que le permite incrementar la absorción de liquidez de pesos con el objeto directo de contener el aumento de los índices de inflación. Este volumen de tasa de interés, promueve la especulación y desalienta cualquier idea de inversión productiva, pero lógicamente que estabilizar la economía nacional requiere bajar la inflación (la madre de todas las batallas) y la tasa de interés es una herramienta. Volvemos a la idea que ante esta situación (inflación crónica en nuestro país) lo urgente se encuentra antes que lo importante.

En otras palabras, podemos decir que la eliminación de las zonas de intervención es el mensaje enviado por el gobierno a los tenedores de pesos (que prefieren pasar las elecciones presidenciales con dólares en la mano) advirtiéndoles que puede salir a vender la cantidad de dólares que sea necesaria para poder controlar la devaluación de la moneda nacional. Esta advertencia la realiza el Banco Central asumiendo que las reservas disponibles (netas para esta intervención) son cercanas a los U$S 25.000 millones y las expectativas de dolarización no son superiores a los U$S 15.000 millones.

Esquema.

Este cambio en las ideas sobre política monetaria (abandonando la ortodoxia), que ha realizado el Banco Central, tiene que ver con la intención de controlar la vulnerabilidad que presenta la economía nacional en el corto plazo. Las variaciones en el tipo de cambio (característica histórica de nuestra economía) influyen directamente sobre la inflación, recaudación, competitividad, nivel de actividad, valor de las empresas y nivel de empleo.

Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional modero su intransigencia y autorizó este proceso de intervención directa sobre el mercado cambiario.  El FMI, más allá que el Gobierno Nacional ha logrado cumplir con las metas de superávit fiscal primario, superávit en la balanza comercial (durante los 3 primeros meses del año) y mejorar modestamente algunos aspectos del perfil de la macroeconomía, advirtió que lo que funciona en el resto del mundo (considerando países normales) en nuestro país se complica implementar.  Asimismo, el organismo internacional sabe que en 2020 debe sentarse a negociar con “alguien” (sea quien sea el nuevo presidente) y que ese “alguien” debe pagar los vencimientos o al menos demostrar interés por hacerlo.

Si vemos el contexto internacional, podemos observar que en estos días el dólar se ha mantenido estabilizado en gran parte del mundo, especialmente en los países emergentes. La decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos (miércoles 1° de mayo) de no variar la tasa de interés, que se encuentra en el rango 2.25% a 2.50% anual, es una buena señal para nuestra economía. Al parecer, no debiéramos tener sorpresas en la valoración de nuestra moneda causadas por hechos externos. Pero debemos considerar, para la toma diaria de decisiones, que estamos hablando del día a día en un país como el nuestro donde cualquier noticia mal interpretada provoca una verdadera catarata a favor y en contra con sus correspondientes consecuencias buenas o malas, donde la valoración del tipo de cambio parece ser la caja de resonancia.

Lamentablemente la incertidumbre política que vivimos, un verdadero “juego de sombras” donde no hay candidatos presidenciables definidos ni ideas expresadas (sólo el actual presidente) a 6 meses de las elecciones generales, solo nos deja pensar en el corto plazo y la opción de discutir proyecciones de mediano y largo plazo pasan al plano de los deseos incumplidos, una costumbre argentina.

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