En un viaje de Cash Flow, Grupo Comunicar encendió la luz de la educación en finanzas. Nahuel Amore
¿Cuánto sabemos de finanzas? ¿Es posible maximizar nuestras capacidades para administrar los ingresos, gastos y direccionar el dinero hacia nuestros sueños? ¿Se puede aprender jugando? Con estos interrogantes sobre la mesa –y muchos otros que nacieron necesariamente del debate y un viaje lúdico–, Grupo Comunicar organizó un nuevo Know Up en Paraná para profesionales, emprendedores y estudiantes, a través del cual encendió las luces de un juego de ida, que pone a prueba los propios límites e interpela desde el inicio.
Cash Flow salió a la cancha este viernes por la tarde en la Sala de Capacitaciones que la agencia tiene en calle Urquiza al 1036. Millenials, jóvenes y adultos se interrelacionaron a través de una partida, que debiera ser la primera de diez para “agarrarle la mano”. Se trata del juego de educación financiera basado en la filosofía de Robert Kiyosaki, que al estilo Monopoly o El Estanciero, pone a jugar los sentidos de la administración de los ingresos y gastos, pero esta vez orientados hacia un plan de inversiones financieras que permitan salir de la famosa “Carrera de la rata”.
Independientemente de las reglas propias juego y de las críticas inherentes por ser un tablero que se sustenta en una economía distante de la Argentina, la partida termina siendo un reto al autoconocimiento. ¿Hasta cuánto somos capaces de salir de la zona de confort, animarnos a equivocarnos y aprender de la experiencia, en una materia que poco se enseña y hasta resulta un tabú? En este sentido, Cash Flow posibilitó a un variado abanico de asistentes repensar sus decisiones financieras de la vida diaria e, incluso, ponerlas en jaque.
Conclusiones
Tras la partida, Alejandro Kindsvater, consultor, coach e integrante del Club Cashflow Argentina, invitó a reflexionar sobre el aprendizaje individual y colectivo que se generó en una primera aproximación al juego. La importancia de desprenderse de los miedos, de correrse de las estructuras mentales arraigadas y hasta la necesidad de invertir a partir de la relación con los pares, fueron algunas de las conclusiones que se compartieron.
Desde este punto de partida, se plantearon a través de videoconferencia con Julián S. otros tópicos que forman parte de la filosofía que transmite el juego e invita a poner en práctica desde el minuto uno. “Las finanzas, si están bien manejadas, nos hacen disfrutar del vuelo”, remarcó, en alusión a necesidad de salir de la carrera de la rutina, generando activos financieros que nos aseguren -planificación mediante- viajar de otro modo hacia la meta.
En esta línea, además, destacaron la importancia de realizar dos grandes inversiones: por un lado, el desarrollo personal a través de inversiones vinculadas con los libros, los cursos, las mentorías y seminarios; por otro, cultivar las relaciones que permitan crear nuevas conversaciones para desarrollar otras áreas.
Respecto de este último punto, los disertantes remarcaron que no hay camino posible en soledad, sino a través de ese abanico de relaciones sociales que posibilitan el intercambio de información. En el mismo espacio lúdico se deja en claro que la transparencia de las oportunidades permite tomar mejores decisiones. Saber leer la hoja del balance propio y del resto es clave para un inversor. “El desarrollo de la inteligencia financiera es tener la capacidad de hacer múltiples conexiones”, concluyeron.
