EMPRESAS

Una profesión con sobreoferta: “El contador tiene que saber venderse”

Matías Chervo, presidente en Paraná del Cpceer, analizó las dificultades en el contexto local y planteó los desafíos institucionales. Nahuel Amore

Tradicionalmente en las familias argentinas se creyó que siendo médico, abogado o contador público, el porvenir estaba asegurado. Sin embargo, las particularidades del contexto local y las coyunturas económicas hacen tambalear esta premisa. Más aún, cuando en el mercado se consolida una sobreoferta de profesionales, el comienzo de la vida laboral se hace cuesta arriba, las adaptaciones se tornan tan necesarias como inevitables y la guerra de precios puede ser hasta contraproducente consigo mismos.

“El contador tiene que vender la seguridad fiscal, impositiva, contable, tiene que saber venderse”, remarca Matías Chervo, quien en marzo asumió la presidencia de la Delegación Paraná del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Entre Ríos (Cpceer). Con estas palabras –en diálogo con DOS FLORINES-, reflexionó sobre la importancia de que sean ellos mismos quienes hagan valer el conocimiento que los define, al igual que lo han podido hacer algunas pocas profesiones con un marco regulatorio estricto.

—¿Cuánto le cuesta al contador hacerse valer a la hora de cobrar un servicio, como lo puede hacer un médico desde la primera consulta?

—Poder, se puede hacer valer. El saber hacer es donde uno vende un servicio de garantía profesional. El contador tiene que ver el beneficio que está brindando al otro y no el costo que le está generando. Algunos contadores dicen: ‘Me llevó 15 minutos, qué puedo cobrar por un trámite’. Haciendo analogía con escribanos, si tienen que cobrar por lo que le costó certificar una firma, tiene que ser de tres pesos. Pero esa firma está dando fe de un acto. Eso es lo que el contador tiene que entender a la hora de hacerse valer. Ahí es donde el Consejo y las facultades, cuando el estudiante está saliendo, debe educar para cuando salga no se tire abajo con el trabajo que está haciendo. El contador tiene que vender la seguridad fiscal, impositiva, contable, tiene que saber venderse.

—¿Cómo lograrlo cuando hay otros contadores dispuestos a no cobrar, o cobrar muy bajo, para ganar un cliente?

—Esa es una cuestión del mercado que pasa en todos lados, con otros productos o servicios más baratos. Eso es oferta y demanda. Justamente, para defender eso, está el Consejo que a través de su página publica los honorarios mínimos sugeridos. Ese es el piso donde el profesional no podría bajar, es una cuestión de ética profesional. Pasa que uno siente culpa y piensa, por ejemplo cómo cobrarle a un artesano 2.500 pesos para darse de alta en AFIP y ATER. Ahí está el error. No se cobra 2.500 pesos por el trámite, como si fuese un gestor, sino por la capacidad y el asesoramiento. Hay que defender la profesión.

Inserción laboral

Sólo en la capital provincial, alrededor de 1.300 personas están matriculadas en el Cpceer y se estima otro tanto similar no ejerce en lo que se formó o lo hace de manera ilegal. Del total de matriculados, nueve de cada diez son contadores públicos, mientras que el resto se compone entre licenciados en Economía, licenciados en Administración y actuarios. Para ellos, la mayor demanda laboral llega desde el Estado, sea municipal, provincial y nacional, mientras que en lo privado, fundamentalmente son comercios y otras pymes quienes los solicitan. Situación totalmente diferente ocurre del otro lado de la provincia, donde el sector privado genera un abanico de actividades más variada.

Muchos jóvenes que se reciben año a año deben salir a la cancha a hacer sus armas en este contexto, sobre todo luchando contra deficiencias de sistemas como los de AFIP, ATER o AFIM. Los monotributistas, viejos contadores en sus estudios y los comerciantes, son los primeros en llamarlos. No obstante, las dificultades son muchas y el hacerse valer cuesta. Sobre estas complejidades, Chervo dio un pantallazo en primera persona y planteó de los desafíos que desde lo institucional tienen por delante en el Cpceer.

—¿Cuáles son las principales dificultades que encuentran los jóvenes contadores públicos que proyectan su carrera laboral en Paraná?

—El tema de la inserción es compleja como toda profesión. Hay profesiones que tienen un ‘túnel’ diseñado, como el caso de la medicina, donde uno a las últimas materias las va haciendo adentro de un hospital y después termina haciendo la residencia; prácticamente el paso de la academia a la profesión es casi directo. En el contador es muy duro ese paso, porque no hay residencias; si bien hay pasantías, no está institucionalizado. Como Consejo de Ciencias Económicas, en la Delegación Paraná se busca precisamente armar ese ‘túnel’ a través de la Comisión de Jóvenes. El objetivo es articular con las universidades para que los estudiantes de los últimos años vayan teniendo una orientación hacia la profesión. El problema de base que tiene el graduado que recién se recibe es que no sabe qué hacer. Lo primero que hace es ir a un estudio. En los estudios contables hoy hacen todo, básicamente liquidación de impuestos, armado de estados contables, liquidaciones salariales, que son los principales anzuelos para después asesorar en otros temas de la profesión. La mayoría son pymes, comercios, que están en la diaria.

—¿Hay alguna relación institucional desde el Consejo, por ejemplo, con empresas, para lograr mayor fluidez en la inserción laboral?

—Convenios no hay, pero hay una bolsa de trabajo en el Consejo. De todos modos, no solamente hay que hacerla para recibir currículums, sino que hay que administrarlos. La idea de la Delegación es hacer una base de datos de todos los profesionales que van egresando y buscando empleo y, por otra parte, articular con las empresas que demanden contadores y hacer la conexión. Pasa que tenés que tener personal afectado a eso, que vaya filtrando y sea el Consejo quien recomiende, al estilo de consultora de Recursos Humanos. Lo otro que se quiere hacer es informar cuando una empresa solicita contadores.

Sobreoferta

—¿Cuánta sobreoferta hay de contadores en Paraná? ¿Qué posibilidad de realización hay, para el tipo de economía y demanda que existe?

—En números no lo puedo decir, pero sí que la oferta es mucho más. Por eso digo que es una cuestión de mercado, de curva de oferta y demanda. Cuando hay más oferta, hay más chances de precios bajos. Hay cinco universidades que ofrecen la carrera, en un radio de 100 kilómetros a la redonda. Hay dos universidades en Paraná (UNER y UCA), en Puiggari la UAP, y en Santa Fe la UNL y la UCA. Eso marca la sobreoferta. La profesión del contador, que es un abanico muy grande y se puede hacer un poco de todo, es muy demandada por la administración en general, de las empresas, del Estado e instituciones. Hay muchos que se especializan en la práctica. El Estado está plagado de contadores en la tarea de administración. Pero sí hay una sobreoferta en cuanto al ejercer la profesión de manera liberal, es decir, el típico que se recibe, se pone un estudio, asociado con alguien, y ejerce. Eso cuesta muchísimo. La generalidad es que empiezan a trabajar en un estudio como pasantes, donde están muy cargados de trabajo durante mucho tiempo, de manera informal a veces o a manera de práctica.

—¿Cuánto trabajo pendiente hay para evitar que muchos cargos públicos con tareas específicas a la profesión sean ocupados por personas sin estudio o, cuanto mucho, idóneas?

—Pendiente, mucho. Si el Estado quiere tomar personas idóneas para hacer trabajos que son requeridos por profesionales, es un problema del Estado que no está tomando bien sus decisiones. Lo que sí se cuestiona desde el Consejo es que tome profesionales que no estén matriculados y que ejerzan trabajos inherentes. Eso está mal, es un ejercicio ilegal de la profesión, aunque esté en relación de dependencia. Es una obligación, como ponerse un comercio y no estar inscriptos. Después, se puede plantear que hay que hacer una política institucional para que eso no pase, que se está haciendo inicialmente y se quiere profundizar. Se quiere lograr que el matriculado que vaya a trabajar al Estado u otro lado, esté dentro del Consejo, no por una cuestión recaudatoria, sino que desde el Consejo se está convencido que el formador profesional es el Consejo, que tiene la responsabilidad de formar profesionalmente al matriculado.

Pedidos al intendente

Antes de las elecciones, la Delegación Paraná del Cpceer se reunió con los candidatos a la intendencia para plantear una serie de pedidos puntuales para poner en marcha en el Municipio. Finalmente, el pueblo eligió y serán justamente contadores los que se pondrán al frente de la Comuna: Adán Bahl y Andrea Zoff. Por cierto, el primer concejal, Sergio Granetto, también es del rubro.

Sobre las solicitudes, Chervo señaló que primeramente se apuntó a que “el profesional debe tener una atención preferencial en los trámites administrativos del fisco municipal, por una cuestión de agilizar los trámites y sea menos burocrático”.

Además, se solicitó “que no nombren un secretario de Hacienda, un contador auditor o un tesorero que no sea matriculado. Esos puestos claves tienen que estar en el Consejo, por una cuestión legal; el Estado mismo en muchos lugares omite esa normativa”. “¿Con qué derecho podemos exigir a uno recién recibido que se matricule, cuando hay funcionarios que están hace años, en lugares claves y no están matriculados?”, se preguntó.

Por otro lado, remarcaron –al igual que en otras oportunidades- la necesidad de simplificar los trámites para las habilitaciones comerciales. “Presentar un solo cuerpo por un solo lugar y que luego se bifurque dentro municipio, sin tener que ir a cuatro o cinco lugares”, indicó. Al respecto, reconoció que por esto muchos trabajos terminan siendo tercerizados a gestores. “La burocracia genera eso, genera costos”, cuestionó.

El otro punto es el corrimiento del vencimiento de la tasa municipal. En vez de que sea los 15 de cada mes, pidieron calzarlos con los vencimientos de la Provincia y Nación, que empiezan los 18 de cada mes, además de igualar otros criterios.

Deja un comentario