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El salario real caerá cerca de 7% este año, según Ecolatina

Se acumulará con el dato negativo de 2018, cuando el salario real de los trabajadores formales cayó cerca de 12%

En medio de la crisis y de la contracción de la economía, el salario real sigue en baja y sin signos de pronta recuperación, lo que impacta directamente en el nivel de consumo. El año pasado, con la crisis cambiaria y la respectiva suba de la inflación, el salario real de los trabajadores formales cayó cerca de 12% en promedio, debido a que la aceleración del alza de precios se desató tras el cierre de gran parte de los acuerdos paritarios, mientras que en el sector informal, como es de esperarse, al no poseer acuerdos gremiales, la caída fue mayor al rondar 14%, según estimaciones.

Este año, de acuerdo con la consultora Ecolatina, el salario real de los trabajadores formales perdería aproximadamente 7% contra el incremento del costo de vida. Según su último informe, hasta junio, los salarios reales acumularon una caída de 2% en relación al cierre de 2018. No obstante, producto de la desaceleración inflacionaria, la pérdida de poder adquisitivo venía morigerándose y, según las estimaciones de la consultora, habría mostrado una recuperación en julio, que prácticamente neutralizó el deterioro de los meses anteriores.

Esta mejora, según el análisis, continuaba en los primeros días de agosto, previo a las elecciones primarias, de modo que los ingresos parecían “volver a terreno positivo” luego de estar más de un año en rojo. Sin embargo, el nuevo salto del tipo de cambio por el impacto inmediato en los mercados por los resultados de los comicios, junto con su respectiva aceleración inflacionaria, deterioraron el avance que se había logrado.

“Lamentablemente, los próximos meses no permitirán revertir la pérdida, sino que la agravarán”, advirtió Ecolatina, que además resaltó que “los bonos compensatorios son no remunerativos, de modo que, si bien representarán un ingreso adicional, no tendrán impacto en esta estadística”. “En el mismo sentido funcionará la devolución de aportes patronales y del impuesto a las ganancias de agosto y septiembre, que si bien aumentará el ingreso de los trabajadores no hará lo mismo con el salario real”, señaló la consultora.

“Como resultado, la contracción del consumo sería menor que la del salario real, más aún considerando el impacto progresivo de los bonos de suma fija (a diferencia de los ajustes salariales, proporcionales a la remuneración, los bonos son fijos para todos sus perceptores) y la mayor propensión al gasto de los hogares de menores recursos”, explicó.

En su análisis, Ecolatina señaló que la situación de los trabajadores se deterioró de manera significativa en el último año y medio, al igual que la situación macroeconómica y de las empresas. “Sin embargo, la pérdida no fue igual para todos. Mientras que los trabajadores pautan sus ingresos en contratos a plazo, usualmente, los empresarios ajustan sus precios mes a mes, conforme a la evolución de sus costos”, afirmó.

“Por lo tanto, esta discrepancia entre la inflación esperada y la efectivamente materializada tuvo mayores repercusiones sobre el poder de compra de los asalariados, aumentando el impacto de la crisis en este sector”, remarcó la consultora.

Riesgos

Ecolatina estima que si el mercado cambiario se mantiene estable es posible que los sindicatos comiencen a buscar paliar las pérdidas de los últimos meses y cubrirse ante futuras aceleraciones inesperadas de la inflación. “En este escenario, aparecen dos salidas posibles para los trabajadores tras dos años de aceleraciones inflacionarias no esperadas: un acortamiento generalizado de los contratos o, directamente, una indexación de los salarios”, señaló.

“Sin embargo, estas alternativas endurecen la inercia e incrementan sensiblemente los riesgos de espiralización, de modo que no son óptimas para el conjunto de la economía. No obstante, su contrario, aceptar tamaña pérdida del salario real tampoco lo es”, afirmó la consultora. “Por lo tanto, el próximo Presidente deberá convocar a un acuerdo de precios y salarios a fin de recomponer los ingresos reales con el menor impacto inflacionario posible. Un resultado tan deseable como difícil de lograr”, concluyó el análisis.

Fuente: El Economista

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