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Alberto, su propio Minotauro cuando habla de economía

El candidato kirchnerista trastabilló en Paraná ante una pregunta de un empresario sobre el déficit fiscal. Gustavo Sánchez Romero

Nunca antes, como en este proceso electoral, lo simbólico juega un papel tan importante a la hora de enfilar las naves de las estrategias. Nunca antes, los medios de comunicación se han convertido en la arena misma donde se definen las almas indecisas, descreídas o desencantadas. Nunca antes, hechos puntuales traccionan a la política misma y la llevan a la rastra.

Sin grandes movilizaciones, sin relatos ideológicos no vergonzantes, sin debates profundos, las estrategias quedaron subsumidas a esconder mucho y mostrar poco, dejando que la grieta haga su parte. Grieta que, por otra parte, se está consumiendo como en arenas movedizas las expectativas de Roberto Lavagna, junto a sus vanidades y errores.

Mauricio Macri esconde su incapacidad para mostrar resultados económicos, profundiza en la corrupción y el espantoso balance de la última gestión de Cristina y habla de sus logros institucionales. Alberto Fernández esconde a Cristina, la Cámpora, el fuego amigo y a su propio pasado; profundiza en los desaciertos del gobierno y habla de economía para instalar el debate en los titulares de los diarios conforme Macri –dicen- recupera terreno perdido.

Según los encuestadores y analistas, Macri recupera terreno perdido, e incluso algunos ya lo dan adelante, en una campaña donde el Frente de Todos se muestra errático y en la última semana exhibió desaciertos de sus principales dirigentes. Las declamaciones fueron reverberadas por los medios y dejan en evidencia el delicado equilibrio entre pedal, piñón y cadena, con que pedalea Alberto Fernández estos días previos a una elección clave. No siempre lo logra; más aún, el candidato de Cristina tiene serias dificultades para las propuestas con la pesada carga que implican la corrupción, el cepo sobre el dólar, la inflación y las relaciones diplomáticas de la gestión de su mentora.

Debate.

La semana anterior decidió retomar algunos ejes disruptivos que tienen como norte reinstalar las variables económicas en una campaña apática.

A medida que pasan los días queda claro que al asegurar que “el dólar está bajo en la Argentina” Alberto intentó generar un ruido en el mercado que desemboque en movimientos de la moneda verde que lleven su cotización hacia arriba y desestabilicen precios y expectativas en los mercados. El candidato jugó fuerte ya que nadie, en su sano juicio, puede creer que devaluar la moneda y recuperar capacidad adquisitiva del salario e ingresos de jubilados vayan de mano por la misma senda.

Sin embargo, más fuerte fue la necesidad de retomar el centro del ring que la coherencia discursiva en tiempos donde la palabra se deprecia más que la moneda nacional.

Y así las cosas, en una semana donde el país se no terminaba de procesar a Cuchuflito y Pindonga, apareció otra vez la expresidente comparando Argentina con Venezuela, en un reflejo surrealista con fuentes con pies de barro y hasta Aníbal Fernández hizo su aporte a la confusión general; el candidato presidencial volvió a retomar algo de la iniciativa retórica al recordar el exorbitante nivel de tasas que paga el Estado a los bancos y los flujos que viajan a los bancos en concepto de intereses.

Con algo de vaguedad conceptual, no obstante, Alberto Fernández volvió a instalar el eje económico en el debate y la sociedad espantada por la noticia –la misma que le exige tasas altas a los bancos por sus depósitos para no huir al dólar- y la campaña opositora recuperó aliento.

Hombres de negocios.

No pareció casual, entonces, que, en su gira por Paraná, que la organización del gobierno de Gustavo Bordet incluyera un encuentro con la prensa, un acto político en un club del sur de la ciudad, la visita a una empresa y una reunión con un nutrido y variopinto grupo de empresarios de la región que la representó a casi todos los sectores productivos.

La comunicación oficial presentó la reunión como un cónclave muy productivo donde algunos industriales y empresarios destacaron la disposición del candidato del Frente de Todos a responder las preguntas y dejar una visión optimista de recuperar el mercado interno, cuidar el empleo e incrementar la capacidad adquisitiva del salario.

Si sólo se retrotrae el buen lector apenas unos días recordará que Alberto propugnó por un dólar más alto, cosa que choca meridianamente con estas últimas consideraciones.

Evidentemente, en su intento por imponer una agenda económica que muestre la vulnerabilidad del Gobierno, Alberto se tropieza con la historia reciente y los desaciertos del kirchnerismo, que, los mismos que le dieron el triunfo a Macri.

“No te habrá de salvar lo que dejaron escrito aquellos que tu miedo implora; no eres los otros y te ves ahora centro del laberinto que tramaron tus pasos…”, le diría Borges en su poema.

Con todo, hay coincidencia general en que la reunión del martes en el Centro de Convenciones fue amena y hasta cordial.

Sin embargo, sobre el cierre, como un inesperado cisne negro, se le ofreció el micrófono a un alto industrial paranaense que pareció poner al candidato cara a cara con su propio Minotauro.

-“Usted dijo hace un tiempo que el período 2005/2011 fue el único donde hubo superávit fiscal y que hay que volver a eso. Pero dijo también que no piensa emitir, no tomará deuda y no hará ningún ajuste. ¿Puede decirnos cómo lo logrará?- interrogó el empresario con una audacia y oportunidad periodística que sorprendió al auditorio.

Alberto Fernández debió tragar saliva y busca una salida decorosa pero no encontró un escaparate que la situación requería. Mientras el candidato ensayaba un galimatías, algunos presentes entendieron que la pregunta fue extemporánea. Otros, solapadamente, dejaron caer una leve sonrisa en la comisura de sus labios.   

Entre lo que hizo Cristina en sus Gobiernos, y las imposibilidades que tendrá si debe asumir, la economía es un buen aliado retórico, pero un gran enemigo conceptual para él.

Alberto casi no sufrió sobresaltos en su visita a Paraná, y su agenda fue cuidada para ello.

Sin embargo, cuando habla de Economía Alberto se encuentra con sus viejos fantasmas y su propio laberinto le juega en contra, aunque haya logrado instalar el eje de las Leliq quitando dos salvavidas de plomo de su homónimo Aníbal.

“Polvo también es la palabra escrita, por tu mano o el verbo pronunciado por tu boca… No hay lástima en el Hado y la noche de Dios es infinita. Tu materia es el tiempo, el incesante tiempo. Eres cada solitario instante”, concluiría Borges, con quien seguramente no hubiese tenido una buena relación.

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